martes, 3 de septiembre de 2013

3º Capítulo


***Capítulo 3***


  Corro las cortinas para que las extrañas huellas negras no queden al descubierto. Listo. Salgo de mi habitación y me encuentro con Nicky esperandome en la puerta de la entrada, jugueteando con su móbil. Cuando me ve, se lo guarda en el bolsillo de su chamarra gris. No se despega de ella.
-Nicky, ¿has cogido la toalla para quitarte la nieve de la cara?- Le amenazo.
Ella no puede evitar reirse.
-Supongo que sigues pensando que tienes alguna oportunidad contra mí- dice con un aire de superioridad, mientras abre la puerta de la entrada y se dispone a salir. - Si es así, lo llevas clarinete.
Soy yo la que se ríe.
-No solo lo pienso. Estoy segura de ello. Es más, si quieres te espero a que vayas a por la toalla.
-Venga, dejémonos de tonterias. Vamos. ¿Has cerrado todas las puertas?
-Sí. - le respondo después de cerrar la puerta marrón que lleva a mi habitación. Ese lugar en el que paso la mayor parte del día.
  Las dos salimos al pasillo de fuera que lleva a las escaleras. Mi madre se ha ido después de desayunar a trabajar. Trabaja en un supermercado que abre las 24h del día, es la que se encarga de todo. Por eso muchas veces se tiene que quedar por las noches. Cuando éramos pequeñas, practicamente no venía por las noches y por eso, era mi padre el que estaba con nosotras, nos preparaba la cena, nos leía un cuento para dormir y nos arropaba en la cama. Ese es el motivo por el que me siento más unida a mi padre que a mi madre, a pesar de que a ella también la quiero mucho. Una madre es una madre.
  Justo antes de cerrar la puerta de casa oigo un ladrido en el interior. Y luego otro. ¡Ron!. Me olvidaba de el. Vuelbo a entrar y cojo la correa que cuelga de un perchero al lado de los abrigos y doy un fuerte silvido metiendome el dedo índice y el pulgar en la boca. Espero aque venga y le pongo la negra correa de cuero alrededor de el suave pelage blanco que cubre su cuello. Le acaricio por encima del ocico y por debajo del cuello.
- Casi me olvido de tí, Ron.- Le acaricio la tripa al ver que se pone boca arriba con las patas estiradas. Como adoro a este perro.
- ¿Crees que podrás perdonarme?.
Me responde poniendose depié y dando un fuerte ladrido.
- Bien, pues ya estamos listos- interviene Nicky.
  Bajamos corriendo más que andando las escaleras que nos separan de la libertad. Cuando llego abajo me miro en el espejo de la entrada. Me coloco bien el goro y me pongo mi largo flequillo con una ralla al lado, dejando al decubierto mis ojos verdes. Por fin puedo ver algo. Abro la puerta que da a la calle. Vuelbo a notar la frescura del invierno. Es lo mismo que he sentido cuando he abierto la única ventana de mi habitación, es por lo que amo el invierno.
  Cuando doy un paso en la blanca calzada empieza a nevar. Una nieve fina y suave que, cuando levanto la mano con la palma hacia arriba, los copos se derriten en mi mano, refrescandola. Observo como Ron corre con la lengua fuera y con la cola agitada, hacia la nieve y se rebuelca en el suelo. Girando sobre su cuerpo. Da la sensación de que no nota el frío, aunque claro, es un husky, nació para el frío.
  Camino un rato junto a mi hermana y mi fiel compañero observando el paisaje. En el pueblo en el que vivimos no hay mucho que ver. Está situado en la costa de Valencia. Apenas tiene unos 10.500 habitantes, aunque la mayoría son jovenes. Cómo no, estando al lado del mar, me tuve que aficcionar al surf. Lo llevo haciendo desde que tenia unos cuatro o cinco años. A esa edad me subí por primera vez a una tabla de surf. Vivo para esto. Amo el surf. Cuesta creer que solo tenga una tabla. Aunque sea un poco vieja es insustituible para mí, a pesar de que mi madre se ha querido deshacer de ella en muchas ocasiones.
  No creo que pudiera hacer otra cosa que no sea el surf. Aparte de dibujar. La sensación de libertad que te transmite la tabla cuando atraviesas las olas, es especial. No lo cambiaría por nada. Algo me golpea por detrás. Saltan las alarmas en mi interior. Me doy la vuelta y veo a mi hermana con una bola de nieve en la mano que ha remplazado a la que ahora está estampada en mi espalda. La miro y me sonríe satisfecha. La señalo con mi mano cubierta por un guante de cuero.
- Pagarás-sonrío.
  La persigo por el parque hasta que recivo, nuevamente un golpe causado por un niño de unos 12 años que me ha tirado una bola de nieve. Sospecho que él y mi hermana estaban compinchados. Otros cuantos niños se unen a él y me empiezan a aporrearme a bolas de nieve. Uno de ellos logra darme en la cara. Me quito la nieve torpemente después de esconderme detrás de un árbol. ''Lo lamentarán'', pienso mientras sonrío. Me dejo caer en la fría nieve, arrastrando la espalda por la gruesa corteza del gigantesco árbol. Me aparto el flequillo mientras veo cómo mi hermana llega corriendo y agachada detrás de unos setos hasta donde yo estoy seguida de unos niños.
- ¿Qué es todo esto? No sé que demonios les he hecho a esos mocosos.- Digo, enfurruñada.
- He quedado con ellos para hacer una guerra de nieve.- Dice cruzando los brazos.- Estos vienen con nosotras.- Dice señalando al grupo de niños que estan detras de ella. Hay tres chicas y cinco chicos. Todos de doce a catorce años. Se les ve concentrados, no asustados o nerviosos por lo que el otro equipo pueda estar preparando.- Asique, ¿te apuntas o vuelbes a tu aburrimiento de habitación?
-Mmm,- me rasco la barbilla haciéndoles creer que estoy pensando. En realidad estoy ansiosa por repartir bolas de nieve a esos críos.- De acuerdo. Me consta que sin mí no haríais nada. No quiero dejar sin protección a unos pequeñajos. Luego pasa lo que pasa.- Les sonrío con indiferencia. Me levanto mientras veo como me sacan la lengua y se ríen y me sacudo la nieve de mis pantorrillas y mis pantalones.
  Trazamos un plan y nos dirijimos al centro de la plaza, donde se supone que iba a ser la guerra de nieve. En una milésima de segundo una docena de niños y niñas asoman sus caras de entre unos matorrales, y lo que antes era un parque en el que los jubilados pasaban su tiempo libre dando de comer a las palomas y los niños jugaban al escondite después de salir del colegio, se convierte rápidamente en un escenario de bolas de nieve volando y quedando estampadas en las caras de los eufóricos niños y gritos de diversión.
  ¿Hace cuánto no me lo pasaba tan bien? Quién iba a decir que una aburrida mañana de sábado se iba a convertir en el mejor día del invierno gracias a unos críos a los que les saco más de dos años. Una bola de nieve alcanza mi cabeza quitandome el gorro de lana que llevaba puesto. He bajado la guardia un segundo y ya me la han jugado. Nota mental: estar siempre alerta. Me pongo de cuclillas rápidamente para esquivar cualquier prollectil de nieve que pudiera venir hacia mi. Giro la cabeza en todas direcciones, buscando con la mirada mi preciado gorro de lana. Al fin lo diviso a unos cuantos metros de el lugar en el que me encuentro yo sentada. Me levanto ágilmente, recorro la distancia que me separa del, ahora congelado gorro, y lo cojo con mis entumecidos dedos. Los guantes no calientan mucho, asique me los quito. Me lo coloco bien, en el sitio en el que estaba antes de salir disparado y me acaricio el flequillo poniendomelo bien. Pongo las manos en forma de cuenco, me tapo la boca con ellas y soplo, haciéndomelas entrar en calor. Giro sobre mis talones y cuando me dispongo a volber a la batalla que se ha formado, en el único parque del pueblo, algo me agarra de la desnuda mano. Dirijo la mirada a lo que me tiene sujeta y me encuentro con la mirada vacia de una mujer mayor. Parece que el tiempo la ha pasado factura. Tiene el pelo cubierto de canas. Hasta el más fino cabello es blanco. Con el paso de los años la espalda le ha adoptado una forma curvada y su rostro esta plagado de arrugas cual olas en una playa de la costa.
  En un instante su mirada adopta una expresión de alarma, me aprieta con mas fuerza la mano, después de examinarmela se va agitando sus desaliñadas ropas semejantes a banderas ondeando al viento, se aleja hasta sentarse en un banco cercano. Mete la mano en un bolsillo desgastado y deshilachado y saca un papel blanco con maravillosos bordados en cada extremo. Llama la atención que una señora con semejantes atuendos tenga un pañuelo tan bonito como ese. En él hay unos granos amarillos que coje y lanza al aire, que después caen esparcidos en el suelo.
  En un momento, una bandada de palomas y gorriones llegan al festín.
  Nada me parece extraño hasta que llega algo que me hace retroceder. Una paloma. Ya la he visto antes. Sus ojos blancos e inexpresivos la delatan. Me da un vuelco al corazón al comprobar que es la misma paloma que esta mañana a entrado en mi habitación y ha dejado sus huellas grabadas en el marco de la ventana. Levanto la mano y observo detenidamente la especie de rayo negro que tengo marcada en la llema del dedo índice. Sí, para mi desconsuelo sigue en el mismo sitio. La señora... Me lo ha agarrado justo en el lugar del rayo. No me ha gustado nada. Un escalofrío recorre todo mi cuerpo de una manera muy extraña. una cosa es segura. No es a causa del frío.
  Vuelbo al campo de batalla. Cuando me empiezo a marear decido que ya es hora de regresar a casa. Hago caso omiso a todos los preyectiles de nieve que van a parar a mi chamarra y llego dando tumbos hasta donde esta Nicky.
- Venga, nos vamos a casa. -Le digo, agarrandole del brazo y tirando de ella.
- No, todavía no. -Me suplica, un tanto abrumada por la fuerza con la que le he cojido del brazo- Estamos a punto de ganarles. ¿No querrás que perdamos?.
- Lo único que quiero en estos momentos es no caerme al suelo. La cabeza me da vueltas. La guerra de nieve me trae sin cuidado. - Le vuelbo a agarrar, esta vez un poco más suave aunque con firmeza- ¿No creeras que no va a nebar más? - le digo, imitando el tono sarcástico que ha adoptado ella en su anterior pregunta.
  Me llevo el dedo índice y el pulgar a la boca, formando un círculo y silbo todo lo fuerte que mis pulmones me permiten. Y vuelbo a marearme. Ron no tarda mucho en venir. Sortea varios arbustos agitando su suave melena blanca al viento.
 Cruzo la calle agarrada ahora, por el congelado brazo de mi hermana y empujada por el insistente Ron, que no cesa de pedir caricias. Atravesamos un par de manzanas en las mismas condiciones hasta llegar a nuestro hogar. Es una casa bastante grande, con la fachada cubierta de blanco, con tonos grisáceos. Está formada por tres pisos. Y sí, nosotros teníamos que vivir en el tercero.Un cerco negro, cubierto de enredaderas rodea nuestra casa, protegiendonos de cualquier intruso. Me llevo la mano al bolsillo y saco un puñado de llaves. Tras varios intentos, consigo dar con la adecuada, y, cómo no, en vez de tirar, empujo. Me tengo que plantear el ponerme un cartel con la orden ''tirar''. Atravieso el jardín con paso seguro, observando las preciadas flores de mi madre que hay a cada lado del pedregoso camino.
- Bueno, Nicky. Vamos a cambiarnos y ya preparo yo la comida. Vete a descansar si quieres. Aunque no te acostumbres mucho ¿eh?- Le giño el ojo y ella sonríe, antes de ir corriendo al salón y dejarse caer en el mullido sofá.
  Mi habitación, está al lado de la puerta de la entrada. Dejo caer las llaves al suelo justo cuando las iba a colgar en su armario, al lado de la puerta de mi habitación. Me quedo con los ojos abiertos, como platos, y sin una mínima capacidad de mover un solo musculo. Empiezo a recordar lo que hize antes de salir da casa. Estoy segura de que cerré la entrada a mi habitación. Pero, en cambio, se me ponen los pelos de punta al comprobar que alguien a estado en mi habitación, y se ha dejado la puerta abierta.



Espero que no os halla decepcionado.
Si quereis decidme lo que penseis mediante los comentarios y yo os responderé, lo mejor que pueda, por correo. No pregunteis porqué, pero no me deja responderos en ''comentarios''. Si, yo también he pensado en tirar el ordenador por la ventana. Cada cosa a su tiempo. jaj

1 comentario:

  1. Al principio me quedé como rara al leer, pero cuando e seguido leyendo ya a vuelto la novela. Sé que no has entendido lo que acabo de decir. En palabras similares: el principio lo e visto un poco flojo, pero por lo demás está genial. Me a encantado el capítulo enserio.
    En este sí a habido más faltas de ortografía pero bueno, eso se mejora.
    Sigue así, escribes fantástico.
    SIGUIENTE :)
    P.D: si me quieres responder, mi Tuenti es: Novelas para leer.

    ResponderEliminar