miércoles, 9 de octubre de 2013

6º Capítulo


Observo cómo los hombres de batas blancas se llevan a mi padre. Lo único que recuerdo a partir de ahí es ver cómo lo intentaban reanimar, sin ningun resultado. Después cruzé la linea que me separaba de la histeria y empujé a un médico contra la pared para poder llegar hasta donde yacía mi padre. No pude repetir mi golpe con otro hombre que me agarro y tuvieron que sacarme de allí a rastras. Más tarde no recuerdo nada más. Todas estas ultimas imagenes se repiten una y otra vez en mi mente. Es un poco triste que los últimos recuerdos que guardaré de él sean tan confusos y irrealistas.
Las gotas que caen por la ventana del coche de mi madre, se asemejan a las lágrimas que hemos derramado en plena entrada del hospital. Ahora ya no me quedan lágrimas que expulsar. La histeria a dado paso a la tristeza y me siento vacía. Pasado mañana celebraremos el funeral. Yo preferiría no ir, pero mi madre a insistido y no creo que sea buena idea llevarle la contraria en estos momentos. Sé lo mucho que está sufriendo por la mirada vacía que refleja el retrovisor de nuestro ford, que nos lleva a nuestra casa. Me duele mucho tener que contarselo a Nicky, porque nadie quiere ver como su hermana pequeña sufre.
Los días anteriores al funeral pasaron lentos. Me paso los dias sin decir una sola palabra, completamente metida en mi mundo de preguntas sin respuestas, de dolor y de sufrimiento. Viendo como el reloj avanza y los copos de nieve cubren la calle.
Como no puedo salir, los momentos son aún más dolorosos, porque no puedo entretenerme con nada, y cualquier cosa que veo y que hacía me recordaba a mi padre. Lo peor fué ver como se lo llevaban... Cómo lo apartaban de mí, y aceptar que nunca más iba a ver sus ojos de color miel.
Por fin llega el día de despedir a mi padre. Odio los funerales, sobre todo cuando la persona que ha fallecido es tan cercana a ti, porque todos los parientes te rodean y te dicen lo mucho que lo sienten y lo afligidos que están.
Por eso cuando llega el coche fúnebre a la entrada de la única iglesia del pueblo me aparto a un rincón sola, para que nadie pueda abrazarme y recordarme lo maravilloso que era mi padre.
La misa transcurre rápido, y solo se vé interrumpida por algun que otro sollozo repentino de mi madre. Yo me mantengo al márgen sin concentrarme en los aburridos discursos del cura, hasta que alguien llama mi atención. tres filas más atrás distingo a un chico que creo conocer. Noto cómo se me acelera el corazón. Es él, no le veía desde hace dos años. Espera, no puede ser, no es posible. He de estar segura antes de hacer alguna locura.
Estoy impaciente porque termine la misa, y cuando lo hace y todos salen, me dirijo corriendo hacia el chico que he visto antes. Es extraño la forma en que se me acelera el corazon cuando posa su mirada en mi. Algo en ella me dice que ya me había visto dentro. Se gira completamente hacia mí, extiende los brazos y nos fundimos en un caluroso abrazo.
- Ekaitz...-Mi susurro es apenas audible, dado que tengo la cara contra su pecho.
- Pero si es la parlanchina de whatsapp- Eso hace que se me suban los colores, y dado que estamos en invierno y la escusa de ''tengo calor, no me he sonrojado'' no es válida, doy por hecho que ha visto que me he puesto como un tomate. En otra ocasión le habría respondido algo coherente, pero por alguna extraña razón, y por primera vez en un par de días, la linea de mi boca dibuja una sonrisa la cual no puedo bajar. A venido para quedarse y hacerme pasar por una tonta que no responde.
Despejo mi cara de su chamarra, aún con mi reluciente sonrisa en la cara y nos dedicamos unos segundos para observarnos. Su piel pálida, contrasta con su cabello azabache no muy largo y enredado. Pero lo que más me llaman mi atención son sus ojos azules rasgados que parecen brillar con un reluciente tono violeta. Que extraño, no los recordaba así, ni mucho menos. Mientras su mirada se fija en mí, logro distinguir algo en ella. Satisfacción. Al final sí me he ruborizado bastante.
- Por whatsapp parecías más habladora- Sus finos labios dibujan una sonrisa al ver que mi tonta sonrisa aumenta. Temo empezar a babear. ¿Qué me pasa?- Mi ser Ekaitz.- Señala con su dedo índice su pecho. Hace lo mismo conmigo.- ¿Cómo llamar tú?
- Ajá... Digo, Emma.- Mierda, mi estupida capacidad para impresionarme con todo.- Me decepciona que no te sepas mi nombre, no te pido que''tú aprender a hablar''. Solo que te aprendas mi nombre. Emma. ¿Tu entender?
- Ajá.- Imita mi cara de tonta para fastidiarme, no sin llevarse un codazo.- Digo, mi entender.
- Bueno Ekaitz, ¿Has aparecido por arte de magia o aquí que ha pasado? Tenía entendido que no ibas a volver.- Hace dos años que se fué a Berlín con sus padres, porque a su madre le dieron una oferta irrechazable de trabajo allí. No tuvieron más remedio que dejar el pueblo, justo cuando habíamos empezado a ser amigos de verdad. Aunque no hubo nada entre nosotros. Sin embargo, en este momento mis emociones son muy extrañas.
- ¿Y qué te parece si quedamos mañana y te lo explico en mi casa?- Hace una pausa para intentar no reirse.- Podremos estar más tranquilos y así tú entender mejor.
- Nose si pued...
- Te voy a recoger
- Pero...
- Tranquila, ya me acuerdo de tu calle. Que no te sorprenda, no me olvido de esas cosas.
- Vale.- Acabo aceptando.- No va a servir de nada asique acepto a que me cuentes tu vida que debe ser muuuy interesante. Por cierto, ¿eso de tu zapato es mierda de perro?
Agacha la cabeza para comprobarlo.
- Pues claro tonta, no iba a ser mierda de caja rejistradora. Bueno, a lo que iba ¿Alguna pregunt..?
No le doy tiempo a terminar de formular la pregunta. Le agarro el gorro que le cubría la cabeza y salgo corriendo, como en los viejos tiempos. No tarda mucho en alcanzarme puesto que la densa nieve no me deja avanzar y el estar dos días metida en casa ha hecho mella en mis articulaciones.
Me agarra por detras. Más bien se lanza sobre mí y los dos caemos al suelo, quedando a pocos centímetros el uno del otro. Ambos nos miramos y hay unos momentos de tensión mientras miramos al gorro que ha quedado a unos metros nuestros.
- Da igual, nunca me ha gustado. Estoy mejor tumbado.-  Su mirada se fija en mi y un hormigueo recorre mi congelada espalda.
- Por cierto, si tengo una pregunta. ¿Que es eso de te acuerdas de donde vivo?.- Pregunto frunciendo el ceño.
- Ahora que lo recuerdo, el gorro me lo regaló mi tía. Igual mejor lo cojo si no quiero que se enfade cuando vea que no lo llevo.- Y, después de dedicarme una sonrisa divertida, se levanta, se sacude la nieve y recoge el gorro.
- ¿Que te impide responder a esa simple pregunta?- Observo todos sus movimientos. Desde su mirada algo perdida pero firme hasta sus movimientos seguros.
- ¿Que te impide hacerme esa simple pregunta mañana?
Me ha pillado desprevenida.
- Cierto.- Asiento dando a demostrar que me ha dejado sin respuesta.
Y, entre el tumulto que sale todavia de la iglesia, cubierta por enredaderas que parecen ahogar las piedras de las que está hecha, le pierdo de vista entre la niebla crepuscular, quedandome con ganas de abrazarles.
Y con unas mariposas en el estómago que parecen no decidirse sobre mis sentimientos hacia ese chico tan extraño.




4 comentarios:

  1. Antes de nada quiero que sepas que yp no es qquesea muy buena escribiendo así que no tomes mucho en cuenta. A mi me gustaba antes D: Mi no gustar amor, mi pensar que ser algo típico, pero si tu gustar yo no decir nada. Yo que tu añadir otra historia secundaria a la novela. No se si me entiendes; a parte de la historia de Emma que pase algo con su hermana, un robo o algo así para no perderle el gancho a la novela. Espero haberte servido de ayuda y si te he ofendido no era mi intención. Por cierto, ya tiebes un comentario más en cada capítulo que subas de mi parte. Ciaaaao.

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  2. ¿Cuándo subirás el siguiente capítulo? :D

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  3. sube cuanto antes el siguiente capitulo

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