viernes, 23 de agosto de 2013

1º Capítulo


***Capítulo 1***

  ¡¡RIIIING!! Me sobresalto. Maldito despertador. ¿A quién demonios se le ocurriría inventar un cacharro así?. El mundo sería mucho mas feliz sin ellos. Sin despertadores. Estoy segura. Todo sería mas sencillo sin ningún horario u hora a la que levantarse. No habría ningún problema por llegar tarde a clase y poner la típica escusa de ''Lo siento, me he dormido''. ¡RIIIING! Sigue sonando. Me pregunto por qué sigue todavía en mi mesilla, apoyado en la pared blanca que cubre mi habitación, y todavía no se me a ocurrido tirarlo por la ventana. Seria fácil. Solo tendría que mover el brazo y lanzarlo. La gravedad haría el resto. Sería fácil, sí. Aunque el castigo de mi madre y un nuevo despertador me lo llevaría sí o sí. Mi cara adormecida esboza una sonrisa. Mi madre es muy cabezota y no pararía hasta que yo cediera a comprar un nuevo despertador. Uno nuevo y más pesado, para que la historia no se volviera a repetir.
  Giro sobre mi cuerpo y acabo hecha un nudo con mi pijama. ¿Por qué cuando yo giro, mi pijama no gira conmigo?. Nunca lo entenderé. Deberían dejarse de tonterías de móviles nuevos y plantearse como solucionar este problema. Aunque la verdad, es que yo ya estoy acostumbrada.
  Consigo liberarme de mi atadura, dejo la mano colgando fuera de la cama y agarro una zapatilla. Meto la mano en la zapatilla, de modo que parece un pie. Me encantan estas zapatillas. Son rojas. Nada más, rojas. Me las regalo mi padre. Siempre he jugado con el cuando yo era pequeña, y la verdad es que hacíamos buena pareja en los juegos. Tiene un sentido del humor especial, que te hace reír diga lo que diga. No hay muchos como él, pienso yo. Es moreno, con unos ojos oscuros que no se parecen a cualquier otro. Aunque siempre me hace unos regalos absurdos, pero la verdad es que he acabado cogiendoles cariño. Parte de ese aprecio que las tengo es porque son de piel por dentro, y eso en invierno viene que ni pintado. La levanto con la mano y la estampo contra el despertador, poniendo fin a su canturreo.
  Silencio. Al fin.
  Me quedo un rato, adormecida en la cama. Después de unos diez minutos medio dormida algo húmedo roza mi pie. Es Ron. Nuestro husky. Mi padre nos lo regalo el verano pasado. Tras tantas suplicas al fin accedió a comprarlo. Ahora me sigue a todas partes, y le tengo mucho aprecio. Me siento en el borde de la cama, y acaricio con una mano la colcha. Espero dos minutos y me levanto. Tengo algunos problemas; si me levanto rápido o con brusquedad, la cabeza me da vueltas. No es nada agradable. Me he llegado a desmayar tres o cuatro veces. Una vez, me levante corriendo para ir a desayunar. Cuando llegué a la cocina me dolía horriblemente la cabeza, y todo a mi alrededor daba vueltas, era semejante a estar dentro de una lavadora. Y acabé desmayándome. Mi hermana y mi madre me llevaron hasta mi habitación, y, después de unos cinco minutos, me desperté. Lo primero que vislumbré fue la cara de preocupación de mi madre, que no me dejó salir de casa en todo el día.
  Camino hacia el pasillo. Cualquiera que me hubiera visto en estos momentos habría jurado que era sonámbula. Mi pelo castaño se enreda alrededor de mi cara, tapando así mis ojos verdosos. Suelen decir que tengo unos ojos bonitos, pero yo no les veo la belleza. Aunque para gustos, los colores. Me peino con los dedos, y me lo aparto de la cara, dejando mi tez al descubierto, al fin.
  Me dirijo a la habitación de mi hermana. Preferiría dormir en su habitación. Está cubierta de un papel color violeta, que termina en una cabecera perfectamente adornada. El colchón, de un material de la mejor calidad, es de los mejores que he probado, y esta cubierto por unas sábanas conjuntadas con el color de la pared. En la mesilla, colocada a un lado de la cama, guarda todo tipo de recuerdos de las ciudades a las que hemos ido; Roma, París, Nueva York, Venecia... Todo en su habitación es perfecto. Tampoco es que sienta mucha envidia, por supuesto que la suya es mucho mejor, pero no soy de esas personas que quieren todo. Cuando se cambió de habitación le compraron todo lo que quiso porque en ese momento teníamos una buena situación económica. No es que ahora no la tengamos, pero la de antes era superior.
  Antes dormíamos en la misma habitación. Por las noches ella se metía en mi cama y nos contábamos todo lo que habíamos hecho durante el día. También intentábamos nuestras propias historias. No estaba nada mal. Cuando mi madre venia y nos pillaba jugando la mandaba a su cama. Ahí era donde se acababa el juego. Pero pronto solucionamos eso. Las ultimas noches antes de cambiarse de habitación, estuvimos poniendo un oso gigante que gane en la feria del pueblo en su cama, para que pareciera que era ella. Era muy gracioso. Apenas podíamos contener la risa cuando mi madre llegaba y no se daba cuenta de que ella estaba en mi cama.
  Nos parecemos mucho. Nos lo suelen decir. Las dos somos castañas con ojos verdes, pero yo le saco dos años. Ella tiene catorce, y yo dieciséis. Es una pequeñaja, pero es mí pequeñaja. No nos podíamos parecer en todo. Ademas ella siempre consigue lo que se propone. Ami me da igual, nada es importante, hay que vivir cada día como si fuera el último, lo demás no importa.
  Abro la puerta con cuidado para que no se percate de mi presencia. Le levanto la sábana a la altura de los pies, dejandoselos al descubierto. Bien, no se ha despertado. Continuo con mi plan malvado. Me río en silencio, mientras le rozo la yema del dedo contra la su talón, recorriendo así todo el pie. Se empieza a mover. Paso al pie derecho y sigo Haciéndole cosquillas. Ya se despierta. Es hora del toque final. Me lanzo encima de ella y empiezo a hacerle cosquillas donde mas le fastidia: en la tripa. Mi padre me lo hacia a mi cuando era pequeña. Y cuando ella creció nos lo hacia a las dos mientras le suplicábamos que parara ''Papa, por favor. Jajaja para, que tengo pis'', le rogábamos a mi padre.
  Mi hermana, Nicky, no puede parar de reirse. Justo lo que quería.
- Emma, para- suelta una larga carcajada- para, por favor- y vuelve a reirse. Me encanta su risa, es de esas que si la oyes, te empiezas a reír tu también. No hay muchas como la suya. Yo no me suelo reír con muchas personas. Solo con las que merece la pena gastar el tiempo. Mi hermana es una de esas personas. La quiero.
- Si quieres que me pare, me tendrás que dar algo a cambio.
- Me estas intentando chantajear- dice forcejeando.
- Mas bien estoy intentando llevarme la mitad de tu desayuno, a cambio de dejarte con vida- la digo haciéndole aún mas cosquillas.- Si, puede que te este chantajeando, pequeñaja.
- No me llames así.
- Vale,- sonrío- Pequeñaja.
  Le hago todas las cosquillas posibles hasta que acabo con las manos doloridas. Las sacudo unas cuantas veces mientras le digo:
-¿Que? ¿Ya has decidido aceptar mi ''chantaje''?  ¿O quieres que continue torturandote?- Le amenazo poniendo las manos en forma de garra.
- Te doy una de mis seis oreos.
- No me conformo- Me inclino un poco hacia ella, sonriente.
- ¡Dos! ¡Te doy dos!.- Exclama cojiendo la almohada intentando alejarme con ella.
- Tres y hago como que no he notado ese golpe que me acabas de dar con la almohada. Eso incrementaria con creces el numero de cosquillas.- Le giño un ojo. Nos lo pasamos genial juntas.
  Ella se encoge de hombros.
- Como desees. Tres, ni una mas ni una menos.
- Me esta empezando a apetecer una mas....- Digo con suficiencia.
- ¡Tres!- Me vuelve a dar con la almohada mientras se ríe al ver como exagero el golpe, parpadeando varias veces.
- Lávate esa cara de zombi que llevas. No vaya a ser que asustes a Daniel.- Me burlo de ella. Se conocen desde preescolar. Yo creo que son algo mas que mejores amigos. Van juntos a todas partes y no se separan para nada. Aunque no se acercan lo suficiente como para que la típica señora que va por la calle diga ''que asco de juventud, en mis tiempos esto no era así''. Siempre tienen esa frasecita guardada, para lo que sea. No puedo soportarlas. No se dan cuenta de que ellas también fueron niñas en alguna etapa de su vida.
- Calla tonta- Me empieza a preocupar que se empiece a acostumbrar a darme con la almohada, porque lo vuelve a hacer.
  Observo como se dirije, con paso ligero mientras se peina el pelo con los dedos, hacia el lavabo. En mi opinion, todas las chicas de su edad deben enviadiarla. Es probablemente la chica mas guapa de su curso, segun sus compañeros.
  Yo tengo otra opinión acerca de ese tema. Nadie es mejor que otro. ¿Por qué iba alguien a ser superior? Todo el mundo tiene defectos, aunque esta sociedad acostumbra a verlos solo en la apariencia, y no en la personalidad. ¿Quién decide si eres guapo o no? ¿Por qué deberías gustarle a alguien dependiendo de la forma de la cara que tienes? No me gusta que me juzguen por eso. Yo elijo como quiero ser, como quiero pensar. Y no mi cuerpo.
  Cruzo el pasillo frustrada por esa idea. Odiosa sociedad... Abro la puerta de madera que separa el pasillo de la cocina tan enfrascada en mis pensamientos, que no me doy cuenta de que hay alguien al lado de mi madre. Le conozco. No estoy segura de qué, pero me pone los pelos de punta.
  Miro a mi madre. Solo la había visto así una vez: cuando murió mi abuela. Mi madre y yo estábamos en el sofá, viendo ''siempre a tu lado'', cuando sucedió. Fue hace cinco años. Nicky estaba durmiendo. Llamaron al teléfono de casa. Como mi madre y yo no nos queríamos perder la película mi padre fue a coger el teléfono. Le contaron lo ocurrido; la abuela había sufrido un ataque al corazón estando con mi tía. La llevaron al hospital, aunque allí no pudieron hacer nada para ayudarla. Mi padre se lo contó a mi madre lo mejor que pudo, pero tardó bastante en hacer que parara de llorar. No volvió a ser la misma hasta después de unos cuantos meses.
  La vuelvo a mirar detenidamente. Sus ojos azules han perdido parte de su brillo y su cara no expresa alegría, precisamente. Con una de las manos se apoya en la mesa del comedor, para no caerse, parece ser. Me da la sensación de que algo no va bien.
Me quedo de pié en medio de la cocina sin saber qué hacer. Nicky llega a mi lado cuando mi madre dice:
- Hijas, este es Ángel, el compañero de patrulla de vuestro padre- Claro, eso era. Quizá no le he reconocido porque no lleva uniforme. Ángel es el compañero de mi padre, y no ha llegado a caerme bien. Nunca me ha gustado que mi padre fuera policía. Después de tanta serie policíaca, se me ha metido en la cabeza que ser policía es peligroso. Le he pedido un par de veces que lo deje, pero se le ve muy entusiasmado con su trabajo.- Ha venido para comunicarnos que, hace unas horas estaban dando una vuelta por la ciudad, buscando posibles infracciones. Mientras paseaban, se oyó un fuerte estruendo. Dispararon a vuestro padre.- Mi madre baja la cabeza. No me da tiempo a asimilarlo. No me parece real. No puede ser. Veo como se le cae una lagrima a mi madre por la mejilla, hasta llegar a sus rosados labios. A mi hermana le pasa lo mismo. No se qué hacer.
- Está grave en el hospital.- continúa Ángel- Le dispararon en un costado. No sabemos la gravedad de la herida, aún. Los médicos nos lo informaran más adelante. Esperemos que todo salga bien. Necesitamos saber quién le disparó y porqué lo hizo. Os aconsejo que no vallais a visitarle todavía. Os mantendré avisados de cualquier novedad.
  Le da un fuerte y cálido abrazo a mi madre. Hace lo mismo con nosotras dos y al igual que vino, se vá.
  Mi madre y mi hermana se quedan quitas donde estaban. Solo yo reacciono:
-Seguro que no es nada.- Aunque no estoy totalmente segura de lo que acabo de decir. ¿Y si es muy grave? ¿Y si no sobrevive?. Me saco rápidamente esa idea de la cabeza. Mi padre es muy fuerte. No se da por vencido.
- Si, a papá nunca le pasa nada.- Se seca rápidamente las lagrimas. Mi hermana y mi madre son muy sensibles. En eso no se parecen en nada a mi. Son las típicas mujeres, por decirlo de algún modo, que lloran por cualquier película. Yo no soy así. Es que simplemente no me salen las lagrimas. Problemas míos. He intentado llorar con ellas en alguna película para no hacerlas sentir que son débiles, que lo son, pero soy incapaz de soltara una sola lágrima. Algún día pillare el truco, pero estoy segura de que no será pronto.
  Da un largo abrazo a mi madre. Se consolan mutuamente. Mi madre roza el castaño pelo de Nicky con los dedos, baja hasta su espalda, y una vez allí, mueve la palma de la mano en circulos, acariciandola. Siento un poco de envidia por ellas... Se parecen tanto... Yo, en cambio, me parezco mas a mi padre, en cuanto a la personalidad. Me acerco a ellas y me uno a su achuchón. Este tipo de cosas vienen verdaderamente bien en invierno, para entrar en calor.
  Nicky se separa la primera:
- Me voy a vestir, ahí fuera está todo nevado.
- Yo tambien. No me perdería por nada una buena gerra de nieve.
- Suena a desafio.
Le muestro una sonrisa burlona:
- Lo es.

5 comentarios:

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    1. Por supuesto que de las caídas se aprenden. De esa novela he recibido muchas criticas. Algunos me decían que describiera cada cosa. Otros, que avanzara. Pero en la vida o se hace todo o nada. Habrá a gente que no le guste mi novela, por mis decisiones y habrá a otra que si. ¿Pero que van a esperar de una niña de trece años que empezó a escribir hace un mes porque se aburría?. No se puede complacer a todos.Cada uno tiene opiniones diferentes. A algunos les gusta el verano, y a otros el invierno. Y no por eso uno de los dos no existen. Están los dos. Si a ella no le gusta mi novela que lea otra. Hay mas peces en el mar, y todos son distintos. No todos son de tu gusto pero hay que vivir con ello. Gracias pero yo escribo a mi manera, y mi libro no se crea para complacerte.

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  2. Hola respecto a mi critica anterior, lo siento puede que me aya pasado, pero querida escritora, dale mas vida a la novela, quiero sentir, volar con este libro. Puede que si que sea los tres primeros capítulos pero esto necesita un poco de acción. Por tu blóg creo que eres menor de edad, así que si eso es cierto todavía te quedan años de experiencia como escritora. Repito y esta vez mas suave, no repitas tanto las mismas frases ya que llega un momento en que se te hace empalagoso y raro leer. Dale intriga, pasión, miedo, preocupación, quiero sentir lo que siente la protagonista. ¿Puedes recomendarme otra novela? Escribes bien tienes futuro pero cambia ese tipo de ritmo.

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    1. Esto es un tanto extraño. Comparto con la escritora de esta novela la cuenta. No pienses que estoy aquí para lincharte, aunque al principio me haya sentido un tanto ofendida hacia el primer comentario que has escrito, sinceramente, ya estaba pensando que obscenidades decirte. Pero he rectificado y me ha inundado de felicidad las disculpas. Quizás la de Sara no sea la mejor novela, pero, leete las que hacen algunas niñas de dieciséis años sobre sus ídolos y compara. Gracias

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  3. Hola me encanta tu novela y ademas de escribir genial tienes una gran amiga llamada Natalia que te apoya siempre

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